La Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda (2005), y más tarde la Cumbre mundial de la ayuda humanitaria en Estambul (2016) confirman sus malos resultados; el “mal trabajo” del que hablaba Aime Cesaire en su Discurso contra el colonialismo (Cesaire 1950), y tratan de enmendarlo. Para ello han acuñado un nuevo concepto, la “localización” (ODI 2012). Este término transformador encierra una idea tan simple como capital: la ayuda debe ser liderada a nivel local, debe ser tan local como sea posible, tan internacional como sea necesario y nunca debe remplazar, sino reforzar a los locales (IASC 2024). En su aplicación la industria de la ayuda ha demostrado de nuevo su capacidad conocida para fagocitar toda nueva tendencia, idea o crítica, hacerla suya en el discurso, y no cambiar nada en la práctica (Moyo, 2010). Sin embargo, esta vez ha cristalizado un debate existencial sobre las fundaciones de la ayuda que ha revelado el racismo estructural (Themrise 2023, Peace Direct 2022) en el que se asienta y ha introducido la idea de descolonización de la ayuda (Peace Direct 2021) tanto en “thinkers” como en “practitioners” en todo el mundo ( donantes, agencias estatales, organizaciones internacionales (IONG), ..).
El acuerdo de paz de Ziguinchor en Diciembre de 2004 debía poner fin al conflicto en Casamance. A pesar de su rotundo fracaso este acuerdo dio luz verde a la financiación internacional destinada a la reconstrucción de Casamance (Marut 2010), cuyo despliegue estaba condicionado a un acuerdo de paz. Desde 2005 hasta hoy, los programas de desarrollo y reconstrucción se han multiplicado sin cesar. ¿Cómo ha trascendido el debate global sobre la ayuda en el caso Casamancés? Los elementos de respuesta y las pistas de reflexión que emergen llaman a nuevos ámbitos de investigación, también desde la antropología.
Descolonización de la ayuda, una visión desde Casamance, Senegal
Tomas Serna Salichs