Mudimbe (1988) señaló que el conocimiento que el no africano tiene de África sería fruto de una intertextualidad derivada de la literatura, la ciencia y los medios de comunicación. Entre estos últimos, el cine ha representado África desde sus inicios, creando tendencias hasta la actualidad. Una de ellas guarda relación con los conflictos africanos, cuyo comienzo se suele ubicar en 2001 con Black Hawk Down (Scott), sobre el conflicto de Somalia (1993). Estados Unidos es el país con más películas de este tipo, aunque otras cinematografías, sean más o menos comerciales, también se unen a esta tendencia. Este es el caso de la película española El cuaderno de Sara (López Amado, 2018), ambientada en el este de la RD Congo, o la francesa Camille (Lojkine, 2019) ambientada en la República Centroafricana entre 2013 y 2014. Estos son tres ejemplos de las producciones sobre unos conflictos que, utilizando las palabras de Sendín (2012), mediáticamente existen de forma peculiar o no “existen”, pero se utilizan en el entretenimiento cinematográfico.
Esta comunicación, derivada de varios estudios propios más amplios, tiene como objetivo exponer las características generales de la representación de los conflictos africanos en el cine occidental, para otorgarle importancia tras más de veinte años e incidir en que la representación repercute en la acción (y el tipo) o inacción, de la población mundial ante los conflictos africanos presentes y consecuencias como la migración. Es especialmente relevante exponer los resultados respecto a la repercusión para con los negroafricanos, sobre todo, vinculado a la representación de los muertos. Los estudios se han realizado con metodología mixta (Diseño Transformativo Concurrente) y cualitativa. De ambas maneras, la metodología está inspirada en la obra de Said (1978) Orientalismo, trasladada al africanismo y a la perspectiva necropolítica de Mbembe (2016) desde una dimensión audiovisual.
Los conflictos africanos en la cinematografía occidental del siglo XXI: características y consecuencias
Flavia Garrigós Cabañero