Estudo de caracterização da situação face ao trabalho de jovens rapazes e raparigas com a 12.ª classe concluída nos últimos 24 meses em três contextos distintos de Moçambique

O artigo analisa os percursos de vida pós-escolares de jovens rapazes e raparigas que terminaram em 2022 ou depois, a 12.ª classe em diferentes contextos de Moçambique, considerando como variáveis o género (masculino/feminino), a região (norte/sul) e a área de residência (contexto urbano/rural).
Esta recolha de dados faz parte de um processo recorrente de diagnóstico, auscultação e avaliação de necessidades com base nos diferentes contextos geográficos e sócio-culturais, que a organização não governamental Helpo implementa para, através da recolha de dados reais, atuais e contextualizados, informar a definição de prioridades de atuação e metodologias de intervenção centradas na articulação entre a escola e a relevância da educação.
No primeiro trimestre de 2024 foi aplicado um questionário com 400 respostas válidas, de alunos e alunas de diferentes contextos: 1) contexto rural, norte de Moçambique; 2) contexto urbano, norte de Moçambique; 3) contexto urbano, sul de Moçambique. No último trimestre de 2024, os mesmos jovens foram contactados para análise da evolução da sua situação profissional ou escolar.
Os questionários foram feitos telefonicamente através dos números de telefone dos alunos fornecidos pelas escolas, e que constam dos registos escolares, e registados em formato de Google Forms. Foram considerados jovens “sem ocupação” aqueles que não têm uma atividade geradora de rendimento, ainda que informal ou precária, e aqueles que não se encontram a fazer qualquer tipo de preparação para realizar exames, ou ainda cursos de curta duração.
Foram consideradas 3 categorias: a) – Trabalha, b) – Estuda, c) – Não Estuda nem Trabalha e analisada a situação de cada jovem de acordo com o contexto e género. Os resultados da análise evidenciaram diferenças de género e de contexto significativas que podem servir de base para futuros estudos e para delinear linhas de investigação, assim como informar decisores políticos.

Acaparamiento de los océanos en el África al Sur del Sahara: desafíos en la lucha de los y las pescadores/as artesanales contra las políticas de desposesión

El impulso de la Economía Azul en África se ha presentado como una solución fundamental, e incluso como la única opción viable, para abordar los retos futuros. Diversos informes, documentos científicos y discursos promueven la gobernanza de los océanos, la capitalización de los recursos marinos y el desarrollo de industrias oceánicas, destacándose como propuestas beneficiosas para la economía, las comunidades costeras, la lucha contra la pobreza, la seguridad alimentaria del continente y la sostenibilidad de los océanos.
Sin embargo, existen agentes económicos, tanto externos como internos al continente, que están ejerciendo un notable control sobre las decisiones relacionadas con el uso de los recursos del mar. Estos actores tienen la capacidad de influir en las estrategias nacionales de diferentes países así como evitar la implementación de regulaciones que podrían perjudicar sus actividades económicas. Aunque dichas actividades puedan estar deteriorando los ecosistemas marinos y terrestres, y afectando negativamente a las comunidades costeras.
A través de una revisión crítica, el presente trabajo pretende fomentar un diálogo sobre cómo la agenda de desarrollo de la Economía Azul puede poner en riesgo la tenencia, los derechos de acceso y las cuestiones de equidad que enfrenta la pesca a pequeña escala en el África al Sur del Sahara. Asimismo, se abordarán los desafíos que surgen para alcanzar una economía que integre la justicia en el reconocimiento de saberes, en la gestión y en la distribución de los beneficios derivados del uso de los recursos marinos.

Expresiones de la «descolonización del ser» con perspectiva de género. Movimientos en «tierra de nadie» y el caso canario.

Canarias, como región ultraperiférica cuya situación geográfica y cultural ha sido entendida tradicionalmente como plataforma entre continentes, se ha enfrentado –de manera especial en el mundo moderno– a una especie de dicotomía entre el sentirse en «tierra de nadie» (en su acepción más pesimista) frente a la idea de los que hacen de ese «estar entre dos mundos» (el occidental y el africano) una fortaleza, y que pone el foco en bagaje histórico que le la define, como pilar sobre el que reafirmarse. Con frecuencia, muchos de esos rasgos de conducta que han asumido una posición sumisa y acomplejada, frecuentes en el carácter canario, tienen su origen en un proceso histórico que estableció las bases de un sistema que ha operado, desde los comienzos, desde el control sobre territorio, sobre las creencias, sobre los sexos, sobre las formas de conocimiento y de autoridad sobre la propia identidad, e incluso sobre la naturaleza, mientras que la identidad, tiene, de hecho, más relación con un asunto de afectos y apego a la tierra que, por supuesto, con cualquier argumento relacionado con el ADN.

A esta cuestión que, por otra parte, ha incidido claramente en la estima, autopercepción y proyección de los cuerpos que habitan el archipiélago, se incorporan una serie de reflexiones relacionadas con las identidades del género, atravesadas por la idea de “colonialidad” –en sus múltiples formas– y también de carácter existencialista, que se confrontan ahora con la situación del momento actual del fenómeno migratorio proveniente del continente africano, cuyos efectos impactan y alteran necesariamente el mapa social prestablecido, del mismo modo que inciden y transforman tanto la propia autopercepción de los habitantes del lugar receptor como a las personas que se han desplazado.

La construcción (dispar) de las narrativas securitarias en el continente africano y sus respuestas

Desde el final de la Guerra Fría se ha producido un proceso de securitización a nivel global que ha transformado profundamente las políticas internacionales de seguridad. Sus recetas han sido llevadas a muchas regiones de lo que Wallerstein denominó la periferia del Sistema Mundo, espacios caracterizados, de acuerdo a esta perspectiva, por representar patologías, escenarios de crimen y terror, de amenazas a la seguridad global. En las últimas dos décadas, esta agenda se ha acompañado de nuevos discursos sobre la seguridad que, asentados bajo la doctrina de la denominada “Guerra contra el Terror” y la narrativa de los “estados fallidos”, han convertido principalmente al continente africano en una fuente potencial de desestabilización e inseguridad global. Ante esta nueva interpretación de la conflictividad armada, la nueva arquitectura de seguridad ha apostado, por un lado, por priorizar reformas de los sistemas económicos, políticos y defensa a través de estrategias de statebuilding en algunos conflictos armados, y por otro, en otros contextos, por priorizar el despliegue de intervenciones militares de carácter antiterroristas enmarcadas bajo la estrategia de guerra global contra el “terrorismo internacional”.
De este modo, las agendas de seguridad y construcción de paz en el continente africano difieren ostensiblemente en los escenarios de violencia presentes en el África Central, de las generadas en los conflictos armados con presencia de actores yihadistas (Sahel Occidental, Cuerno de África o Cabo Delgado). Mientras en las primeras se ha apostado principalmente por el despliegue de misiones de mantenimiento de la paz y la apertura de procesos de negociación de paz, en las segundas, su caracterización como conflictos armados de corte “yihadista” ha dado pie a priorizar respuestas militares de corte antiterrorista y a la negación del dialogo. Los resultados de la aplicación de unas y otras han sido dispares.

Expresiones de la «descolonización del ser» con perspectiva de género. Movimientos en «tierra de nadie» y el caso canario.

Canarias, como región ultraperiférica cuya situación geográfica y cultural ha sido entendida tradicionalmente como plataforma entre continentes, se ha enfrentado –de manera especial en el mundo moderno– a una especie de dicotomía entre el sentirse en «tierra de nadie» (en su acepción más pesimista) frente a la idea de los que hacen de ese «estar entre dos mundos» (el occidental y el africano) una fortaleza, y que pone el foco en bagaje histórico que le la define, como pilar sobre el que reafirmarse. Con frecuencia, muchos de esos rasgos de conducta que han asumido una posición sumisa y acomplejada, frecuentes en el carácter canario, tienen su origen en un proceso histórico que estableció las bases de un sistema que ha operado, desde los comienzos, desde el control sobre territorio, sobre las creencias, sobre los sexos, sobre las formas de conocimiento y de autoridad sobre la propia identidad, e incluso sobre la naturaleza, mientras que la identidad, tiene, de hecho, más relación con un asunto de afectos y apego a la tierra que, por supuesto, con cualquier argumento relacionado con el ADN.

A esta cuestión que, por otra parte, ha incidido claramente en la estima, autopercepción y proyección de los cuerpos que habitan el archipiélago, se incorporan una serie de reflexiones relacionadas con las identidades del género, atravesadas por la idea de “colonialidad” –en sus múltiples formas– y también de carácter existencialista, que se confrontan ahora con la situación del momento actual del fenómeno migratorio proveniente del continente africano, cuyos efectos impactan y alteran necesariamente el mapa social prestablecido, del mismo modo que inciden y transforman tanto la propia autopercepción de los habitantes del lugar receptor como a las personas que se han desplazado.