El año 2022 ha sido marcado por dos golpes de Estado en Burkina Faso: el 31 de enero, el teniente coronel Paul-Henri Sandaogo Damiba tomó el poder de las manos del presidente Roch-Marc Kaboré; ocho meses después, el 30 de septiembre, el capitán Ibrahim Traoré derrocó a Damiba para tomar las riendas del país. En ambos casos, la degradación de la situación securitaria y la multiplicación de incidentes en los que fallecieron representantes de las fuerzas de defensa y seguridad han sido el hilo conductor de estos cambios anticonstitucionales de gobierno orquestados por miembros del ejército. No obstante, el “coup dans le coup” de IB (apodo otorgado a Traoré) ha sido acompañado por una dimensión simbólica, que fomentó una legitimidad no-democrática, fuera de las urnas electorales.
La retórica anti-occidental de la junta militar dirigida por IB se inscribe dentro de un proceso global de descolonización de las sociedades, más de sesenta años después de la independencia de los Estados sahelianos. La construcción de la narrativa del poder de Traoré gira en torno a la figura emblemática de Thomas Sankara, como símbolo del anti-imperialismo y del panafricanismo. Sin embargo, bajo las apariencias de soberanía nacional, el ejercicio del poder se convierte en una dictadura impregnada de paranoia, en lo cual cualquier mínima expresión crítica constituye un motivo de represión violenta.
En comparación con Malí y Níger, la personalización del poder a través de la figura de IB en Burkina Faso parece alimentarse de más símbolos para forjar su legitimidad. Frente a la continua pérdida de control del territorio por el Estado en cara a los grupos armados y al autoritarismo creciente del poder, se puede cuestionar la permanencia de tal régimen, no sólo en relación con factores internos sino también en función de las dinámicas y equilibrios regionales.
La Declaración de París sobre la eficacia de la ayuda (2005), y más tarde la Cumbre mundial de la ayuda humanitaria en Estambul (2016) confirman sus malos resultados; el “mal trabajo” del que hablaba Aime Cesaire en su Discurso contra el colonialismo (Cesaire 1950), y tratan de enmendarlo. Para ello han acuñado un nuevo concepto, la “localización” (ODI 2012). Este término transformador encierra una idea tan simple como capital: la ayuda debe ser liderada a nivel local, debe ser tan local como sea posible, tan internacional como sea necesario y nunca debe remplazar, sino reforzar a los locales (IASC 2024). En su aplicación la industria de la ayuda ha demostrado de nuevo su capacidad conocida para fagocitar toda nueva tendencia, idea o crítica, hacerla suya en el discurso, y no cambiar nada en la práctica (Moyo, 2010). Sin embargo, esta vez ha cristalizado un debate existencial sobre las fundaciones de la ayuda que ha revelado el racismo estructural (Themrise 2023, Peace Direct 2022) en el que se asienta y ha introducido la idea de descolonización de la ayuda (Peace Direct 2021) tanto en “thinkers” como en “practitioners” en todo el mundo ( donantes, agencias estatales, organizaciones internacionales (IONG), ..).
El acuerdo de paz de Ziguinchor en Diciembre de 2004 debía poner fin al conflicto en Casamance. A pesar de su rotundo fracaso este acuerdo dio luz verde a la financiación internacional destinada a la reconstrucción de Casamance (Marut 2010), cuyo despliegue estaba condicionado a un acuerdo de paz. Desde 2005 hasta hoy, los programas de desarrollo y reconstrucción se han multiplicado sin cesar. ¿Cómo ha trascendido el debate global sobre la ayuda en el caso Casamancés? Los elementos de respuesta y las pistas de reflexión que emergen llaman a nuevos ámbitos de investigación, también desde la antropología.
The education system in some Sub-Saharan countries offers a language inherited from colonialism as the unique medium of instruction (MoI). This means that children receive lessons in a language in which they are not fluent, despite their proficiency in the local language (L1). In Senegal, French (L2) is the only medium of instruction, leading to limited transfer of language skills, poor language proficiency, inadequate comprehension, and, therefore, school failure. This question concerns girls especially due to the gender gap in education. The present study explores this issue in primary and secondary schools in rural Senegal. The central focus is on the impact of the language of tests (L1 or L2) on academic performance. For that purpose, a test consisting of three mathematics problem-solving tasks was given to students in grades 3, 6, and 10, comprising 140 girls and 139 boys. They were divided into an experimental group if they took the test in Sereer (grades 3 and 6) or Joola (grade 10), and into a control group if they took the test in French. Although students had never been schooled in a local language, those who received the test in their L1 obtained the best results, with a particular significance for girls. The present study also explores Cummins’ (1979) theories of language acquisition, indicating that girls may take advantage from promoting the transfer of language skills in the classroom, thus contributing to reach gender equity. The results suggest that using local languages in the education system of Sub-Saharan countries where the former colonial language is the only MoI could improve the quality of an African education and bridge the gap between girls and boys. This approach may help students develop and strengthen their linguistic skills for transferring them to the L2 before it becomes also MoI.
Neglected Tropical Diseases (NTDs) disproportionately affect Sub-Saharan Africa, yet the representation of Sub-Saharan African researchers—particularly women—in NTD research and decision-making platforms remains significantly limited. This study evaluates the roles, visibility, and intersectional barriers faced by Sub-Saharan African researchers, with a special focus on gender disparities, particularly in skin-related NTDs.
A scoping review was conducted across databases such as PubMed and WHO, analyzing literature from 2005 to 2023 using key terms like "NTDs research," "gender equality in NTD research," and "inclusive research participation." A snowball approach was employed to identify and include peer-reviewed studies and reports focused on both gender disparities and the representation of African researchers. The study also explored how the intersectionality of gender, African origin, and cultural context contributes to the underrepresentation of these groups.
Initial findings reveal that African women, often at the intersection of gender, ethnicity, and geographic origin, make up less than 3.6% of participants in NTD research and policymaking. Barriers such as limited access to education, funding disparities, societal norms, and geographic marginalization disproportionately affect African women. These challenges not only hinder innovation but also perpetuate systemic inequalities in health research.
Addressing these disparities requires targeted strategies such as gender-sensitive funding mechanisms, mentorship programs, and institutional reforms promoting inclusivity. Elevating the role of African women in NTD research will foster a more diverse and effective response to public health challenges in the region.
A cidade da Praia, na República de Cabo Verde, viu emergir nos anos de 2000 um nível de violência sem precedentes na história do país independente, que coincidiu com três fenómenos que se relacionam: a transformação do arquipélago num hub de tráfico internacional de cocaína; o aumento da deportação de jovens cabo-verdianos dos EUA; o surgimento de uma nova figura urbana juvenil denominado thugs. Ainda que a realidade de grupos juvenis com caraterísticas de gangues de rua não sejam uma novidade na Praia, a inovação introduzida pelos thugs em comparação com os grupos anteriores foi a existência de uma influência e linguagem mais global, maior acessibilidade de armas de fogo, oposição armada entre grupos rivais e demarcação entre bairros amigos e inimigos. A resposta governamental foi musculada e repressiva, sem que tenha, no entanto, reduzido o número das ocorrências criminais, o que só veio acontecer em 2017, mas com um novo aumento a partir de 2021. Esta comunicação, que tem como suporte uma pesquisa etnográfica de longa duração no seio dos grupos de jovens armados da Praia, visa, por um lado, problematizar sobre o fenómeno da criminalidade juvenil e, por outro, apresentar um quadro analítico alternativo de explicação da violência urbana em Cabo Verde.