La justicia tradicional en el norte de Uganda ha sido uno de los pocos recursos que la población acholi ha tenido a su disposición para sumergirse en su pasado reciente. El conflicto armado iniciado por el Lord’s Resistance Army y las Uganda Peoples Defense Forces en 1986 y que se prolongó hasta 2009 en Acholiland ha marcado las realidades de esta región hasta el presente.
Hoy en día hablamos de un territorio con un conflicto cerrado en falso, más que de un postconflicto, por no la presencia de ningún grupo armado actuando en la zona, pero a la vez por la ausencia de unos acuerdos de paz que establezcan unas bases reguladoras del final de la violencia, un claro ejemplo de inhibición estatal que se alarga hasta a la actualidad.
Paradógicamente, y desde hace más de una década, la búsqueda de escenarios de construcción de paz no oficiales han empezado a consolidarse en los márgenes del estado. Estos espacios han generado por primera vez acciones que pretenden establecer unos mecanismos de reconocimiento, perdón, reparaciones, paz y memorias. Para ello, la cultura acholi, encarnada en las figuras representativas de los rwodis, ha recuperado parte de su tradición para acercar la construcción de una paz estable y duradera. A pesar de sus límites, y con todos los matices necesarios, las ceremonias del mato oput han establecido espacios donde debatir sobre las disputas aparecidas durante y después del conflicto, siempre desde una mirada local y propia. A su vez, y con un gran empuje económico de proyectos de cooperación, se han establecido espacios como el National Memory and Peace Documentation Centre (NMPDC), en la misma región de Acholiland, que sin un respaldo estatal y contra los relatos oficiales trabaja para documentar, visibilizar y construir espacios de paz duradera desde la escala local.