La cooperación al desarrollo en África: entre la fatiga del donante y la frustración del receptor.

Kopesese - Edmundo Sepa Bonaba

La apertura de la Campaña de Solidaridad e Interdependencia Norte – Sur, por la Asamblea del Consejo de Europa en Estrasburgo, el 26 de enero de 1988 marcó un punto de inflexión en la llamada cooperación para el desarrollo y el empoderamiento del fenómeno ONG en Europa como nuevo instrumento de mediación en las relaciones entre los países miembros de la Unión Europea y los llamados en vías de desarrollo, con África como uno de los focos preferentes, adquiriendo un protagonismo que hasta entonces era monopolio de las organizaciones religiosas creadas durante la colonización, convirtiéndolas en la plataforma de penetración de la sociedad civil europea en África.
Este hecho marcó también lo que ha sido definido como industria humanitaria y los anglófonos como Charity business, por la actividad económica que generó.
De pronto, la palabra ayuda adquirió su máxima expresión, y en África, las ONG europeas aparecieron como hongos con proyectos de lo más variopinto y sus agentes, como los nuevos salvadores enviados a liberar a los míseros y pobres negritos.
Una década después, empezaron a emerger denuncias sobre la gestión, eficacia y resultados de la multitud de acciones que habían sido llevadas o estaban siendo llevadas a cabo en toda África, siendo así cómo surgiría la expresión, fatiga del donante, con la que estos y sin asumir sus errores definieron una situación que ilustré con esta otra de frustración del receptor.
36 años después de promulgada dicha campaña, la sensación compartida por todas las partes implicadas en su ejecución es de fracaso de una iniciativa que fue presentada al mundo como panacea a la solución del empobrecimiento de los países africanos y las desigualdades Norte – Sur.
¿Por qué ha pasado esto y cuál puede ser su solución?.
A estas dos preguntas se va a centrar la presente comunicación.