El tema del panel busca ser amplio para poder pensar las relaciones interartísticas e intermediales en las que el cine interviene en toda su complejidad desde las independencias hasta nuestros días. Es evidente la necesidad de seguir trabajando en las relaciones que el cine mantiene con las literaturas africanas (Tcheuyap, 2004a y 2004b), desde la adaptación de obras literarias hasta la participación de escritores en la construcción de las cinematografías (González García, 2023; Santana, 2010). Pero también se hace necesario ampliar la problemática a la presencia de la adaptación de textos literarios en las políticas cinematográficas nacionales, o en las que atañen a varios países, como las coproducciones o las subvenciones de organismos transnacionales. Estas últimas cuestiones han empezado a ser estudiadas -Tcheuyap (2004b), Overhoff Ferreira (2011)-, pero hace falta profundizar en esa senda.
La relación del cine con la tradición oral empieza a tener ya una bibliografía relativamente amplia, sobre todo para los países que fueron colonias francesas
-por poner sólo dos ejemplos, Sangaré (2023), o Ebanda, (2013)-, pero el tema de la oralidad se ha estudiado normalmente en relación con la tradición o los restos de la tradición transmitidos por vía oral con especial atención puesta en la palabra, olvidando otros componentes imprescindibles de esa tradición como la corporalidad, por ejemplo la danza -que tiene cada vez mayor presencia, por ejemplo en obras recientes de autores de Guinea Bissau o Mozambique-, o la música: sobre esto, una breve introducción en Leal (2011), o el estudio general sobre nación y música, que incluye las relaciones de esta con el cine en Moorman, (2008). En el sentido en el que Moorman estudia la música y la oralidad, es decir como una manifestación contemporánea que incluye la palabra, habría que trabajar un tema poco investigado, como es el de la oralidad popular no tradicional, muchas veces mediática, en los países africanos y su expresión en el cine.
La dramaturgia, tradicional o contemporánea, y su relación con lo cinematográfico, es otro tema que este panel propone. Como ejemplos, la importancia del teatro yoruba en la popularización del cine nigeriano pre-Nollywood, la participación de los componentes del grupo Mutumbela Gogo en el cine mozambiqueño, o la intersección entre poesía, teatro e cine en la obra artística de Sarah Maldoror (Piçarra, 2020), o la actual producción de cine “vernacular” por compañías de teatro amateur en Guinea Bissau (Laranjeiro, 2023).
Otra línea importante que merece desarrollo es la que avanzaba Marie Pierre-Bouthier (2017), cuando analizaba las relaciones entre los cines de Marruecos y Túnez con el sistema del arte, propiciando estas la circulación de temáticas y autores en ámbitos nacionales y transnacionales. Podría también, desde una perspectiva diferente pero complementaria, estudiarse hasta qué punto la atención a los artistas nacionales ha podido ayudar al crecimiento del cine documental en algunos países, e incluso a la supervivencia de productoras privadas.
La producción artística y cultural del siglo XXI en África también se ha visto transformada por el proceso de digitalización de herramientas y plataformas. Este proceso de democratización de los medios de producción y circulación ha permitido a diversos artistas desarrollar carreras internacionales de diferentes maneras, consolidando trayectorias y accediendo a financiación internacional. El cine se ha beneficiado significativamente de estos nuevos medios y herramientas, propiciando la aparición de un nuevo tipo de artefacto cultural, como explican Ukadike (2000), Ezepue (2020) o Oguamanam (2020).